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Laure Naveau - Lo singular del abordaje de la feminidad en la experiencia analítica (2002)

Se propone avanzar sobre esta cuestión a partir de la perspectiva introducida por un informe del cartel del pase que sostiene que «ir más allá del Edipo es la condición sine qua non para acceder a la feminidad». Para ello, toma apoyo en dos casos clínicos.
El primero, extraído de su práctica analítica, se trata de una joven que atraviesa un momento en el que «se ve confrontada a lo que, de la feminidad, sería para ella un impasse», del cual pretende aislar las coordenadas lógicas, ubicando que su punto de tope concierne a lo que hay de goce de lalengua en el goce materno, a «lo que de la pulsión rechaza al significante».
El segundo caso, se trata de un testimonio del pase de Elisa Alvarenga, al que Naveau convoca como punto de franqueamiento, como una salida del impasse, donde expone que la operación que se produce para ella en el momento del fin de análisis concierne a perder una relación especial a la falta para dejarla advenir como síntoma, operación que tiene efectos reales sobre el goce. Evoca al mismo tiempo su relación al saber, que pasa de un saber fálico, que apuntaba al todo, a un saber sobre lo indecible de la feminidad, que tiene en cuenta el no-todo femenino. La mujer se desdobla, es no-toda en la relación al falo, y puede encontrar una satisfacción en una relación especial a un significante del Otro barrado sobre la que nada puede decir, un estilo de relación como la que nos liga con Dios, que tampoco puede decirse, pero que se experimenta

Philippe Lacadée - El S.K.bello (13/02/2015)


Orientado por la conferencia de J.-A. Miller «El inconsciente y el cuerpo hablante» y por dos libros de H. Castanet, «La sublimation» y «S.K.beau», Lacadée nos invita a hacerle lugar a la última enseñanza de Lacan bajo la propuesta de que el concepto de escabel abre un nuevo camino a la sublimación freudiana con el cual «salir de la deriva del psicoanálisis aplicado a la cultura». Es en este sentido que retoma la tesis de Castanet, quien propone, en cambio, un «psicoanálisis implicado» al observar que «los artificios de los semblantes y las construcciones de simulacros no pueden prescindir de un real en marcha» y que ese real es causa, precisando que «palabras, imágenes y conceptos son sus tratamientos. […] El saber del artista atañe precisamente a ese real de la causa.»
Lacan ya había destacado que el artista siempre precede al psicoanalista y que el poder de enseñanza que su obra conlleva consiste en que su trabajo es recuperar el objeto por medio de su arte, elevando un objeto a la dignidad de la Cosa. Lacan inventa la palabra S.K.bello para calificar la estética de Joyce, para desnudar a ese real al que el artista se confronta y que las posibles sublimaciones velan: un S.K. siempre enigmático, fuera de sentido. Mientras la Cosa es presentada como una esfera cerrada, el escabel es más bien un arreglo y depende de lo torcido, no de la recta ni de lo redondo. Así, el escabel es lo real de la esfera, preside a su producción.
Finalmente, Lacadée nos propone  volvernos pasadores del escabel de los creadores, de aquellos artistas fabricantes de escabeles, demostrando cómo cada uno desanuda y reanuda la imagen o la palabra o el concepto para darle tratamiento, cómo con su sinthome se las arreglan singularmente con lo incurable de lo real, cómo hacen de su síntoma un escabel para sacar a la luz su goce opaco.

Jacques Aubert - Lacan en joyceano (2011)

«¿Qué decir de la relación de Lacan con Joyce, de la cual, siendo yo mismo algo joyceano, fui testigo? ¿De qué verdad, de qué saber podría ser depositario?» se pregunta Jacques Aubert, interlocutor privilegiado de Lacan en lo concerniente a Joyce. Nos hará saber cómo se vio interpelado por su lectura de los Escritos al punto de convocar a Lacan a hablar de Joyce en la Sorbonne, en aquella célebre conferencia conocida como Joyce el Síntoma, en cuya reescritura Lacan simuló imitar el estilo de Joyce. También nos contará sobre el extenso recorrido de Lacan en torno a la obra joyceana, con el que trataba de discernir cómo la última, Finnegans Wake, abordaba lalengua misma de las lenguas. Aubert afirmará que «por haberse encontrado entre esos libros, se desprende que Lacan haya sido joyceano durante un buen tiempo antes de ser lacaniano
Aubert va a señalar que el Joyce del período de entreguerras y del entre-libros (Ulises y Finnegans Wake) estaba en resonancia con el Lacan que encuentra a Joyce en 1975. En cuanto a Joyce, ubica una continuidad radical en su obra, que se extiende a la textura misma de su escritura. Asimismo,  ubica cómo el programa que éste había enunciado en 1903 y que se proponía «culminar en la verdad de una estética», se confronta luego a su naufragio en el enigma del goce, a partir de lo cual «pasa a localizar el saber en el lugar de la verdad, cuestión de poner a trabajar el goce Allí se manifestará lo poético en la importancia del ritmo y de las modulaciones de la voz, y lo dramático en la necesaria lectura del texto de Finnegans Wake.   
Respecto a Lacan, Aubert localiza que, a partir junio del ‘75, retoma motivaciones de otros tiempos a la vez que sus escritos, aceptando la reedición de su tesis, a la que añade los Primeros escritos sobre la paranoia de comienzos de los ’30, recordando su precoz acercamiento a «las problemáticas de la escritura y de la voz, y sus enredos.» Destacada y novedosa resulta la referencia de Aubert al encuentro de Lacan con Claude Cahun en los años 20, a quien se refiere sutilmente en su conferencia y en la que descubre una artista para el goce enigmático. Se pregunta si acaso el caso Cahun no le habría permitido a Lacan cuestionar la orientación de su tesis.
Nota personal: ¡A no perderse los comentarios al pie del autor, que son un lujo! 


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