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Clotilde Leguil - El odio es sin razón, pero no sin objeto (18/12/2015)

A partir de los recientes atentados en París y de su lectura del último libro de J. Rogozinski sobre la lógica del odio, Leguil se propone dar cuenta de un enfoque que no verse sobre las causas que podrían esclarecer el fenómeno del terrorismo y que, junto a toda una perspectiva sociológica, conduciría a tratar de legitimar un odio que no tiene razón.
Sosteniendo que ninguna causa del mundo permite explicar el yihadismo, hará hincapié en que si bien el odio no tiene causa, “es del orden de un afecto en el fundamento mismo de la pulsión, [] está en el corazón de la topología subjetiva y testimonia de esta relación, a la vez de proximidad y de rechazo, que el sujeto puede mantener con la figura del Otro” en su extrañeza o su carácter inasimilable. “El odio engendra la persecución de sospechosos, la legitimación del terror, la teoría del complot y la identificación del enemigo entre nosotros.”
Retomará la advertencia lacaniana “Cuídense de comprender” respecto a “este goce real que irrumpe bajo la forma atroz de pasajes al acto calculados”, sosteniendo que no es tanto cuestión de religión sino de un extremismo pulsional insensato. Volverá entonces sobre el triunfo de la religión augurado en 1974 por Lacan, para proponer que se trata más del triunfo del goce que del monoteísmo, y que tal vez vivimos en una mutación de la religión, donde ésta ya no tendría como función “vincular y hacer lazo social, sino destruir y comandar”. Así, frente a quienes aseguran conocer la fórmula de la felicidad o de la realización del hombre y pretenden imponerla, Leguil nos recordará que, con Freud y Lacan, sabemos que es cuidándonos de conocerla que nos mantenemos a distancia de la lógica del odio. Frente a la certeza de la pulsión de muerte, “preferimos la incierta identidad de nuestro ser”.

Agnès Aflalo - Homo-sexualidad femenina y estrago (25/1/2002)

La autora retoma la distinción de Lacan respecto a situar a una mujer como síntoma para un hombre y a un hombre como estrago para una mujer, para preguntarse cómo definir el partenaire de una mujer homosexual. ¿Es un partenaire síntoma o un estrago? ¿Se lo debe ubicar a partir de la identificación o del régimen del goce?
Examinará esta problemática a partir de dos enunciados de la última enseñanza de Lacan, algunos elementos desarrollados por Miller que esclarecen estos conceptos, y casos de su clínica en los que intentará especificar las particularidades de la vida amorosa de dichas pacientes, a partir de la perspectiva inaugurada por Freud con su joven homosexual.Localizará, junto a Miller, que, en Aún, Lacan muestra que el goce es fundamentalmente autoerótico y el Otro no está allí sino a título de síntoma, en tanto lo que se va a buscar en él es el goce. De este modo, “la relación de pareja implica que el Otro se vuelve síntoma del parlêtre, es decir, un medio de goce” y “es por medio del amor que la apertura al Otro es posible”. Esto implica una nueva teoría del amor en la que “el amor está tejido de goce“ y su matema es S(Ⱥ), ya que “la demanda de amor es una búsqueda infinita de sustancia, sin límites”. Así, el estrago no es simétrico al síntoma puesto que implica que “falta el principio de límite del síntoma”. Aparece más bien como “el reverso del amor, es “goce del dicho amoroso”, “su cara de goce infinito”, y eso porque “la acentuación de la demanda de amor conduce al estrago”. De este modo, “la pérdida de amor equivale para una mujer a la castración”. Destaca que, en la mujer, la posición de ser amada se encuentra reforzada por estructura y el estrago es entonces una consecuencia de la sexuación femenina, es transestructural y uno de los nombres del goce femenino. Afirmará entonces que “las mujeres son el sexo débil respecto al estrago” y que éste se acentúa “por toda causa que refuerce la demanda de amor”. En este sentido, propone “considerar al estrago femenino como una enfermedad del amor”.  


Marie-Hélène Brousse - Las condiciones para una lágrima (7/12/2015)

Es con este bello texto que la autora se pone a escribir luego de los atentados parisinos del último noviembre. Como lo enuncia en su título, nos hará recorrer las coordenadas por las cuales, como si de una viñeta clínica se tratara, una sujeto en singular “que casi nunca llora, cinco veces en su vida”, se ve sorprendida por una lágrima en su mejilla.
MHB nos recordará que “las lágrimas son un enigma del cuerpo hablante” y que son un acontecimiento de cuerpo. Entonces nos hablará de “Le Metope del Partenone”, un espectáculo de Romeo Castellucci cuya presentación en París tuvo lugar inmediatamente después de los atentados y que contenía imágenes idénticas a aquellas que los parisinos acababan de vivir. Es durante esta representación que la lágrima inoportuna encuentra su condición de aparición. La autora resaltará con Castellucci que “la escena es el lugar erróneo por definición”. Allí aparece la muerte como fenómeno de cuerpo que no tiene responsable ni testigo, que es fuera del Otro, fuera de sentido. MHB afirmará entonces que las lágrimas son producidas por la pérdida del sentido, pérdida raramente padecida en la realidad, donde la mezcla de imaginario y simbólico recubre para el parlêtre lo real del cuerpo vivo. Dirá que las lágrimas son allí “la manifestación de esta necesidad más fuerte de ex-istir, cuando se enfrentan al ‘Sería mejor no existir’. […] La lágrima era el triunfo del “estar ahí” del cuerpo hablante, en este momento de nuestra historia, pese a la discordia de los discursos.



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