
La sustitución del inconsciente freudiano por el parlêtre, brújula que orientó este Congreso, supone poner de relieve al cuerpo como lo que se tiene, un tener “marcado por la relación al vacío”. Para gozar hace falta un cuerpo, y el cuerpo como superficie de inscripción del goce está en falta de modo esencial respecto al exceso de goce. Esta perspectiva opone al idealismo del alma una materialidad lógica del cuerpo. “El lazo social de los cuerpos hablantes es un punto fundamental que acompaña esta promoción del cuerpo que se tiene”, afirma Laurent. Ubica, por un lado, el cuerpo que se goza y, por otro, su captura en los discursos que organizan el lazo social, situándose así una paradoja: “si el goce es autoerótico, ¿cómo podemos concebir el lazo al Otro?”. Responderá que “por los afectos que vienen a tocar el cuerpo, que están en lazo con el Otro”. Afirmará entonces que “el lazo social del cuerpo hablante pone de relieve el acontecimiento de cuerpo común”. Es así que vemos “estos afectos sociales en acción en los diferentes tipos de agrupaciones informales que agitan nuestra modernidad”.
Señalará que Lacan, en su concepción del cuerpo social, “parte más bien del lazo instaurado por las religiones” observando que éste no tiene limitaciones al poder de agrupación de los cuerpos. Laurent propondrá tener en cuenta estos modos de constitución del todo que muestran que “es posible hacer lazo a partir de afectos comunes”. Destacará así un modo de alegría propio del psicoanálisis característico del final de la experiencia, como “un modo de interrogar la manera por la cual el sujeto reconoce la particularidad de su goce, a la vez que la posibilidad de hacer lazo con otros sin por eso creer en un modo de reabsorción de su síntoma en un universal”. De este modo, concluirá afirmando que “la experiencia del psicoanálisis podría contribuir a superar algunos impasses de la civilización de lo universal y de la deriva universalizante de la ciencia”.