La autora destacará que Joyce es el paradigma de lo que un análisis llevado hasta su fin aísla: tu sinthome, y que «esta conferencia invita a generalizar las excepciones. Permite comprender que la singularidad de cada uno con su propio goce requiere de sí la invención de un decir nuevo, en el seno del discurso en el que se inscribe, a fines de transmisión.» Preconizará entonces una comunidad de experiencia entre Joyce y el analista que se sirve de su análisis: así como Joyce llevó su síntoma a su estado supremo, el cual tendría el poder de despertarlo «de la pesadilla de su historia», de lo real sin defensa, dicho análisis, para el analista, es el «sueño elaborado en un proceso de escritura, […] con el fin de despertarse […] de la tragedia o de lo cómico de su historia.» La escritura de Joyce queda situada del lado del lapsus y es entonces equivalente a un análisis.
Asimismo, señalará que Lacan no solo comenta la obra de Joyce, sino que se vuelve su pasador, al tiempo que hace agitar el sentido del exilio de Joyce hasta darle el acento del exilio propio del parlêtre, de lalengua. Finalmente, localizará que el propósito de Lacan era reconocer en Joyce «un nombre de LOM, así como el saber hacer del artista». «Joyce, suelto del cuerpo, no quería tener nada excepto el decir magistral. La obra es el S.K.bello de LOM. […] La obra fomenta a LOM, y suple al lapsus del nudo allí donde falta el narcisismo.» Para Roch, el decir magistral de Joyce muestra «así que es posible un nudo sin padre, a condición, por supuesto, de hacerse cargo de eso. A fuerza de desanudamientos y reanudamientos, el sinthome eleva la condición de artista a este paradigma: volverse hijo necesario.»