Miller comienza dividiendo las aguas entre los “complotadores” y los “complotistas”: el primero, es asunto de política y oculta su complot; el segundo, es asunto de literatura y lo cuenta. Así, el complotista, introduce en los agujeros de una narración un elemento atribuido a un gran Otro, que lo cambia todo, que da una causa, un sentido irrefutable, que permite que todo hecho se explique, incluso aunque falten las pruebas, ya que demuestra a su manera que lo real es racional. JAM destaca que las teorías del complot modernas son el reverso demoníaco de la providencia: el Otro del complot es siempre malvado. El éxito de los complotistas hay que buscarlo en el hecho de que todo ser hablante surge de un complot: su nacimiento, por lo que tal vez sea naturalmente complotista. ¿Acaso hablar no es complotar?
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Jacques-Alain Miller - En cuanto hablamos, complotamos (15/12/2011)
viernes, enero 23, 2015
Jacques-Alain Miller